A veces, cuando como Lacasitos, me gusta agarrar dos de ellos entre mis dedos y aplastarlos hasta que uno de los dos se rompe. Me como el roto, y el que no se rompio se convierte en campeón. Después cojo otro Lacasito y le obligo a competir con el campeón en esta especie de duelo a muerte de Lacasitos gladiadores.
Lo hago hasta que me quedo sin Lacasitos, y cuando solo queda uno, mando una carta a Lacasa, la marca de los Lacasitos, con el campeón dentro del sobre y una nota que pone: Por favor, usar este Lacasito para la cría de otros Lacasitos.
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