sábado, 13 de agosto de 2011

Escuchar un consejo es gratis, pero no escucharlo tal vez se pague

Que lo que no te mata o engorda o te hace más fuerte. . Que el tiempo y lo que escuece todo lo cura, pero tambien es oro. Que al mal tiempo, buena cara y que quien siembra viento recoge tempestades. Que como las das las tomas. Que todo el mundo se merece una segunda oportunidad y que nunca las segundas partes fueron buenas, pero las oportunidades se acaban. Quien juega con fuego, se quema y que a quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. Que dime con quién andas y te diré quién eres. Que la primavera la sangre altera y que todos los hombres son iguales. Nunca digas de este agua no beberé porque a buen entendedor pocas palabras bastan. Que quien disimula, es porque algo sabe pero que en boca cerrada no entran moscas. Y te diré algo más, lo prohibido se vuelve tentador.

Yo tampoco creo que crea...

-¿Qué me dices si te digo que no creo en el amor?
- Te digo que eres tonta, porque el amor existe.
- ¿Por qué estás tan segura? ¿Lo has visto alguna vez?
- Claro que sí. Lo leo en tus ojos cuando le miras a la cara, lo noto en tus brazos cuando estás cerca de él. Lo veo en tu sonrisa cuando te dice que se alegra de verte, lo siento en tu forma de andar cuando caminas para verle. Y cuando él te mira, veo como tratas de ocultarlo para que no se dé cuenta de que le quieres, noto como intentas no moverte para evitar abrazarle, leo en tu sonrisa la mentira y siento como aprietas los labios para que no se te escape un “te quiero”. Sin embargo, te ocultas detrás del “no creo” porque piensas que es valiente resistirse a la verdad. Pero ¿sabes? eso es cobarde, es cobarde esconderse detrás de dos palabras.

Peter Pan


Seguí las órdenes de Peter Pan para ser feliz, la segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer.


- Si quieres te cuento mi vida
- Cuéntame..
- Es breve eh.. porque empezó el día en que te conocí.

Perdoname






+Disculpa, ¿puedes dejar de seguirme?
+Lo siento, mis padres me enseñaron a perseguir mis sueños...¿Sabes? yo intenté que nadie me gustase, esa era la idea...
+Si, pero no veo el problema en que alguien te guste.
- El problema es que apareciste tú y lo cambiaste todo




Confesiones de una loca...



Me confieso, soy una cabezota y a veces no hay quien me aguante ni tan si quiera puedo hacerlo yo. Me gustan los abrazos de los chicos altos, y los besos de puntillas no están nada mal. El chocolate es mi perdición.  La playa me encanta, de día y de noche, simplemente es genial. Mi vida a veces me gusta otras, cambiaría cada uno de mis males. Soy muy muy dormilona y.. por favor! no me despiertes ni un minuto antes que el despertador, tengo que aprovechar cada segundo para seguir soñando. Me imagino mi vida perfecta, de algún día del futuro. No me gusta el invierno, pero sí la lluvia. Quiero bailar, cantar y besar a alguien bajo ella. Aunque muchas veces creo que no se ni lo que quiero. A veces, me planteo las reglas del juego. A veces, me apetece arriesgarme y jugar. A veces, me planteo no intentar nada nuevo. A veces, me pongo a fantasear. Imagino un mundo perfecto, una vida sin dolor. Me veo en una cabaña en medio de la montaña, tomando un café, porque lo cierto es que me encantan, y he de confensar que siempre me he sentido mayor por beberlo. Lo cierto es que, de más pequeña, bebía café descafeinado y charlaba con mi mamá, me veía grande y eso me gustaba. También es cierto que ahora me asusta esa idea. No creo en los horóscopos, pero aún así los leo. Me siento imperfecta, pero me gusta mi imperfeccíon. 

viernes, 12 de agosto de 2011

Qué tiempos aquellos...

¿Recuerdas cuando eras pequeña y no querías comer? Te intentaban hacer creer que la cuchara con el puré era un avión. De hecho creían que lo único que le faltaba para ser igual era el sonido del motor. Y ahí les veías haciendo el brrrrrrr. Además te hacían responsable de la buena alimentación de toda tu familia: 'Ésta por papá. Ésta por mamá. Ésta por la tita' . O sea, tenías que comer tú por todos. 
¿O cuando para conseguir que nos durmiésemos se inventaron las nanas? La música era apropiada, pero fallaban en la letra, como ésa que decía: "Duérmete niño, duérmete ya, que viene el Coco y te comerá" Y tú pensando: "¿Cómo? ¿Que va a venir quién? Después de la información que me acabas de proporcionar ¿tú quieres que yo me duerma?" Así que te pasabas toda la noche con los ojos como platos, no fuera a ser que le diera por aparecer al maldito coco. Así, al menos si venía, te pillaba despierta. 
Y como conclusión, la frase con la que los padres ponían fin a todas nuestras preguntas: "Mamá ¿Por qué los chicos son tan raros?" Hija, cuando seas mayor lo entenderás. Pues también en eso nos mintieron. Porque querida mamá, yo ya soy mayor y sigo sin entenderlos

martes, 9 de agosto de 2011

Los dioses...

Hace mucho tiempo, todos los dioses se reunieron para crear vida, para crear al hombre y planearon hacerlo a su imagen y semejanza, entonces uno de ellos dijo:

- Esperen, si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza,serán como nosotros, debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de no ser así, estaríamos creando nuevos dioses. Debemos quitarles algo, pero, ¿El qué?

Entonces uno de ellos dijo: -Les quitaremos lo que nos da poder a nosotros...la felicidad. Pero el problema va a ser donde esconderla para que no la encuentren jamás!

- La esconderemos en la parte más alta del monte mas alto.



-No, porque les dimos fuerza, y algún día alguien podría encontrarla.

-Entonces la meteremos en lo más oscuro del fondo del mar.



-No, porque también les dimos inteligencia, y tal vez algun día consiguieran bajar.


Uno de los dioses presentes, que no había formado parte de la discusión entonces intervino: 
- La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontraran.

jueves, 4 de agosto de 2011

Rastro

Estaba acuclillada en el suelo del bosque, con las palmas apoyadas sobre las agujas de los pinos y las rodillas llenas de sangre, y no sabía cuando me había convertido en humana.


Me rodeaba un mar de bruma azulada que se movía a mi alrededor destiñendo los colores de los árboles. El aire apestaba a sangre, heces y agua estancada. Bajé los ojos para mirarme las manos y descubrí de donde venían los olores: estaba a unos metros del lago, y entre la orilla y yo había un ciervo muerto que yacía de lado. Su costado, totalmente desgarrado, dejaba al descubierto las entrañas como una especie de regalo macabro.
Era su sangre la que manchaba mis rodillas y, como vi en aquel momento, también mis manos. Desde las ramas de los árboles, invisible en la niebla, graznaban los cuervos esperando impacientes a que perdiera el interés en mi presa. La observé con más atención y vi que no tenía cuernos: Era una cierva.


Busqué con la mirada a los lobos que tenían que haberme ayudado a derribar a la cierva, pero no vi a ninguno. Se habían marchado. O mejor dicho, era yo quien se había marchado al transformarme en aquella humana harta de serlo.


Vi un movimiento por el rabillo del ojo y bajé la mirada. La cierva. Había parpadeado y ahora me miraba, No estaba muerta, sino muriéndose: pensé en lo curioso que era que dos palabras tan parecidas significaran cosas tan diferentes. Algo en la expresión de su ojo negro y húmedo hizo que me doliera el pecho. Era paciencia, o tal vez sumisión. Se había resignado a ser devorada viva.


-Joder -susurré mientras me ponía lentamente en pie, intentando no alarmarla más.


La cierva ni si quiera se estremeció. Solo parpadeó. Quise retroceder, darle espacio, dejarla escapar, pero sus huesos al aire y sus tripas desparramadas eran la prueba evidente de que no podía hacerlo. La había destrozado.


Una sonrisa amarga me torció los labios: aquel era el resultado de mi brillante plan para dejar de ser yo y sumergirme en el olvido. Pensé en el punto al que había llegado: desnuda y manchada de muerte, con el estómago rugiendo de hambre y mientras contemplaba un festín destinado a alguien que ya no era yo.


La cierva volvió a parpadear, y mi estómago dio un vuelco al mirar una vez más su expresión dulce y resignada.


No podía dejarla así. No podía. Eché un vistazo al rededor: debía estar a unos veinte minutos de casa. Si no encontraba nada allí para rematarla, tendría que irme a la cabaña: otros diez minutos. Para la cierva, cuarenta minutos de agonía con las tripas al aire. En el mejor de los casos.


También podía marcharme sin más. Al fin y al cabo, se estaba muriendo. Era inevitable, y además, ¿a mi qué me importaba el sufrimiento de una cierva?
Volvió a parpadear, sumisa y silenciosa. Importaba. Sí que me importaba.


Giré sobre mi misma para ver si encontraba algo que pudiera servirme como arma. Las piedras de la orilla eran demasiado pequeñas, y de todos modos, no me veía capaz de matarla a golpes. Empecé a repasar todo lo que sabía de anatomía y de muertes instantáneas. Volví a mirar sus costillas desnudas.


Tragué saliva.


Sólo me llevó un momento encontrar una rama con la punta afilada.


La cierva giró el ojo hacia mí, negro como un pozo sin fondo, y una de sus patas delanteras se sacudió con un espasmo, somo si recordara el acto de correr. Me resultaba imposible ver aquel terror silencioso, aquellas emociones latentes que no se podían expresar.


-Lo siento -le dije-. No quiero hacerte daño.


Le hinqué el palo entre las costillas.


Una vez.


Otra.


La cierva chilló, un alarido agudo que no era humano ni animal sino algo terrible a medio camino, y supe que no podría olvidar aquel sonido por muchas cosas bellas que oyera en mi vida. Y luego se quedó en silencio, porque no quedaba aire en sus pulmones perforados.


La cierva estaba muerta, yo quería estarlo. Tenía que encontrar la manera de ser loba para siempre; ya no podía más...

Datos personales

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No, no tengo las cosas claras, y no quiero tenerlas. Quiero vivir el día a día, e improvisar. Quiero ganar y perder en esta vida, pero sobre todo, quiero disfrutar de cada día como si fuera el último,... el último día de los muchos que me quedan. Me llamo Andrea, y tengo 15 años. Según el momento, puedo ser madura o inmadura, porque no suelo pensar en el futuro. De pequeña bebía café descafeinado porque me sentía mayor, y ahora me encanta, al igual que me gusta saltar en los charcos o cantar en la ducha. Escribo este blog, porque me gusta escribir todo lo que no puedo gritarle al mundo. Espero que lo disfrutéis :)

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