Contra todo pronóstico, una nueva mirada se ha grabado a fuego en mi corazón. Tan fuerte, tan intensa, pero a la vez tan sumamente distinta de las otras. Acababas de pasarlo tan mal, y en mis brazos, fuertemente te agarrabas como si fuera lo único real que te impidiera caer a un abismo de oscuridad y soledad. Esos ojos se aferraban a mí incluso con más fuerza que tus brazos; gritando en silencio, suplicando que no te dejara caer. Y a la vez una infinita gratitud que durante unos minutos me hizo sentir que yo y solo yo era lo único que necesitabas en este mundo. Todo ello en una mueca de terror hacia todo lo que no fuera yo, como si yo fuera un ángel salvador que hubiera recogido a una niña de su más horrible pesadilla. Entonces tu expresión cambió, a una inmensa paz y tranquilidad. Cerraste los ojos y te perdiste en mi abrazo encontrando un refugio para tus pesadillas.
No la olvidaré en la vida. Porque, de hacerlo, significaría olvidar algo que, por unos minutos, me hizo recobrar la esperanza de que alguien pueda llegar a necesitarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario