Nunca estoy quieto.
Detrás de esta calma aparente se esconde un huracán demoledor.
Correr para escapar; de eso nada.
Corro porqué la vida es movimiento y si el viento se lleva las palabras, yo me voy con el viento.
Donde pueda disfrutar del silencio. Y tambien del ruido.
Que si llevo el caos conmigo es porque quiero.
Me balanceo en esta vida.
Desnudo ante el mundo.
Corro.
Porque es un placer estar vivo.

Y ahora, dale la espalda a los problemas

Es hora de cambiar, de poner pies en polvorosa. No de olvidar, no de cambiar de vida ni de personas, ni de forma de pensar, simplemente es hora de disfrutar, de vivir cada momento y de saber que hay cosas buenas que acaban, porque sí, porque es así y no podemos hacer nada para evitarlo, pero no se puede recordarlas con dolor y esperar que vuelvan, se debe aceptar que fue una parte increíble de tu vida, que siempre estará ahí como una foto y que cuando queramos, podremos cogerla y admirar su belleza, pero que probablemente nunca se de el momento idéntico para repetirla. 
Es hora de pasar página, a lo mejor no de cambiar de libro, pero si de ver las mismas letras con otra mirada, es momento de aprender que las cosas buenas no duran para siempre, pero los recuerdos buenos son inmortales en la memoria.

Velas y mechas

Como una pequeña llamita que se enciende cada vez que se acerca, y se mantiene encendida con cada palabra y cada roce, con cada beso se aviva el fuego. Pero siempre ocurre, que llega la realidad con su viento sutil, y apaga la llama de la manera mas brusca posible.

El señor de la barba roja

Y con una leve reverencia, se quitó el sombrero y se despidió.
Se marchó tan rápida y sigilosamente como vino, sin dejar ningún rastro.