jueves, 15 de diciembre de 2011

Mapas

Cojo el mapa suavemente, sosteniéndolo con cuidado de no romperlo. Es un papel ya viejo, amarillento, algo rasgado y desgastado en las esquinas, pero con unas sospechosas manchas color ocre, podría ser cualquier cosa, tinta, pintura... pero ya sé que es sangre.
Lo miro detenidamente, memorizando cada parte, cada señal. Una de ellas señala en el estómago, cerca de la cadera. Levanto lentamente la camiseta, con miedo de descubrir que todo sigue igual que antes. Abro un ojo, y después el otro: está sanando, no creo que deje cicatriz.
Otro señala en la zona interior de la muñeca. Levanto las mangas: está curandose también, pero ésta si dejará señal. Tal vez algún día se cure.
Así, poco a poco, voy comprobando cada uno de los lugares señalados en el mapa, y animándome por cada victoria que conseguía (afortunadamente, casi todas las heridas estában desapareciéndo).
Finalmente, llego al último lugar. Todas las demás lesiones habían mejorado con el cambio, y parecía que todo volvería a ser como antes. Miro en el lado derecho de mi pecho.
Hay un enorme agujero, ensangrentado e infectado... una herida de muerte. ¿Qué he hecho?



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No, no tengo las cosas claras, y no quiero tenerlas. Quiero vivir el día a día, e improvisar. Quiero ganar y perder en esta vida, pero sobre todo, quiero disfrutar de cada día como si fuera el último,... el último día de los muchos que me quedan. Me llamo Andrea, y tengo 15 años. Según el momento, puedo ser madura o inmadura, porque no suelo pensar en el futuro. De pequeña bebía café descafeinado porque me sentía mayor, y ahora me encanta, al igual que me gusta saltar en los charcos o cantar en la ducha. Escribo este blog, porque me gusta escribir todo lo que no puedo gritarle al mundo. Espero que lo disfrutéis :)

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