miércoles, 30 de noviembre de 2011

Alargando la agonía

A veces nos encontramos con problemas sin solución. Problemas que no dependen de nosotros, que nos matan, y que al final se acaban convirtiendo en secretos, y después en mentiras.
Todo pasa, como en una fábrica, por un proceso lento, que a veces parece que solo se hace para alargar la agonía:
1. El problema. Tan simple y esencial como eso. Cuando te das cuenta de que no puedes hacer nada, cuando te sientes impotente ante la simple idea de lo que pueda pasar, cuando darías lo que fuera por solucionarlo.
2. Aceptarlo. Es el momento en el que se lo quieres contar a la gente, porque piensas que tal vez te animen, pero no puedes hacerlo, porque sabes lo que pasará. Les preocuparás, y entonces intentarán solucionarlo, pero cada vez que lo intenten, te recordarán el motivo, y volverás a hundirte en un agujero oscuro... Sólo tienes una opción: Guardarte tu dolor. Que no le afecte a nadie más, que nadie se preocupe, que nadie pierda ni un segundo pensando en ti, o en tus problemas, porque sino estará en la misma situación que tú, sin poder hacer nada. O porque en el fondo, sabes que nadie conseguirá sacarte, y que te seguirás hundiendo, poco a poco, hasta tocar fondo.
3. Mentir. Es cuando surge la típica pregunta de ...
-¿Qué te pasa? ¿Estás bien?
-No me pasa nada, (Me encuentro fatal, todo mi mundo se viene abajo, solo quiero que todo esto acabe, o tal vez que nunca hubiera empezado... cada día se me hace eterno, y prefiero hacer cualquier cosa antes que pensar, porque lo que realmente me pasa es ...algo. Una pesadilla, que me atormenta cada día, cada minuto que me distraigo... me siento totalmente fuera de lugar, porque no puedo hacer nada para solucionarlo, necesito ayuda, me he perdido, y no sé como volver a casa...) estoy perfectamente. (Y luces tu sonrisa, la más falsa que has sacado en mucho tiempo... )

Pero tranquila... todo acaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Datos personales

Mi foto
No, no tengo las cosas claras, y no quiero tenerlas. Quiero vivir el día a día, e improvisar. Quiero ganar y perder en esta vida, pero sobre todo, quiero disfrutar de cada día como si fuera el último,... el último día de los muchos que me quedan. Me llamo Andrea, y tengo 15 años. Según el momento, puedo ser madura o inmadura, porque no suelo pensar en el futuro. De pequeña bebía café descafeinado porque me sentía mayor, y ahora me encanta, al igual que me gusta saltar en los charcos o cantar en la ducha. Escribo este blog, porque me gusta escribir todo lo que no puedo gritarle al mundo. Espero que lo disfrutéis :)

Flickr

Blogger templates

Search