lunes, 21 de noviembre de 2011

Adiós al Rosa

Empecemos por lo primero... ¿Quién soy? Creo que no puedo responder demasiado bien a esa pregunta, pero os contaré lo que sé:
Nací un 16 de agosto de 1997, tras varias horas de dolor, en un viejo hospital de monjas en Madrid.
Soy la primera hija de dos hijos segundos.
Mi padre, un niño que se crió en la ciudad, en la calle. No pasaba mucho tiempo en casa, y mucho menos estudiando, pero como él dice, tuvo una infancia feliz.
Mi madre fue una niña muy enferma desde el principio, que por problemas respiratorios, se tuvo que mudar al pueblo un año con sus abuelos. Sus padres nunca la hicieron demasiado caso, y se puso a trabajar a los 14 años, y se expresaba a través de la pintura.
Ahora mi padre es estricto y amigable, y mi madre cálida y proteccionista.
En fin, volvamos a mi historia.
De pequeña, mis padres dicen que era la típica niña de revista, con los ojos verdes enmarcados por una carita grande y rosada.
A los 2 años, me mudé de Madrid, y me trasladaron del colegio de monjas a uno en el que viví gran parte de mi infancia.
Al año, aproximadamente, me volví a cambiar de colegio, y dos años más tarde, volví de nuevo al segundo colegio en el que había estado.
Creo que en el fondo, esos cambios me vinieron bien, ya que estoy acostumbrada a adaptarme y a los cambios.
Recuerdo que me pillaron una vez pintando las paredes, y me castigaron limpiando los graffitis de todo el colegio, o cuando el profesor mandaba alguna nota a casa, y me dedicaba durante toda la tarde a falsificar las firmas de mis padres.
Acabé el colegio con una media de matrícula y sobresaliente.
Todo me iba bien. Las notas, las clases, la familia, los amigos...
Tuve una infancia sencilla, y como decía mi madre, mi vida era "de color rosa", porque ese color simboliza la felicidad.
Quizá sea por eso por lo que odio ese color, porque he acabado aprendiendo que todo lo bueno se acaba.

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No, no tengo las cosas claras, y no quiero tenerlas. Quiero vivir el día a día, e improvisar. Quiero ganar y perder en esta vida, pero sobre todo, quiero disfrutar de cada día como si fuera el último,... el último día de los muchos que me quedan. Me llamo Andrea, y tengo 15 años. Según el momento, puedo ser madura o inmadura, porque no suelo pensar en el futuro. De pequeña bebía café descafeinado porque me sentía mayor, y ahora me encanta, al igual que me gusta saltar en los charcos o cantar en la ducha. Escribo este blog, porque me gusta escribir todo lo que no puedo gritarle al mundo. Espero que lo disfrutéis :)

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