lunes, 9 de julio de 2012

Hablemos de sangre y amigos.

¿Recordais todas vuestras amistades bloggeros? No, no hablo de todas esas personas que conoces, las que simplemente pasan como un flechazo ante tus ojos.
He de decir que todas las personas pasan. La diferencia es que los verdaderos amigos son aquellas flechas que pasan una y mil veces frente a ti, arañándote cada vez, haciéndote daño pero a la vez, haciéndote sangrar y formándote una nueva cicatriz, que hará de ti, alguien diferente. No siempre para bien, pero todo cambio puede llevar a algo mejor.
Hoy yo os haré un resumen de cada una de esas flechas especiales, todas las que recuerdo en mis casi 15 cortos años de vida.
Comencemos por el principio. Tras nacer, mis padres apenas estaban en casa, al menos mi padre, y mi madre trabajaba por la mañana, así que me dejaban al cuidado de la vecina de abajo.
Esa vecina tenía un hijo, sólo un año mayor que yo, llamado Raúl. Recuerdo que siempre intentaba imitarle en todo lo que hacía, y se convirtió en mi mejor amigo durante los 2 años que viví en mi modesto piso de Madrid. Desde entonces, ha pasado a ser de mi familia, algo así como mi primo mayor. (El mismo que hace 2 años me dejó mi primera guitarra, algo que le agradeceré mucho tiempo).
Después de mudarme al chalet en el que vivo ahora, me llevaron a mi primer colegio. Allí conocí a Raquel. No recuerdo mucho de aquella amistad, ya que solo duró unos 2 o 3 años más, hasta que me cambiaron de nuevo a otro colegio.
En mi segundo colegio conocí a Katherin. Era peruana (creo), cabello oscuro, y piel rojiza. Recuerdo recreos enteros jugando al corro de la patata, dándo tantas vueltas que al soltarnos siempre caíamos al suelo. Fue una buena época.
A los 7 años, mis padres decidieron devolverme a mi primera escuela de nuevo, la que fue definitiva hasta mi entrada en el instituto.
El primer día estaba haciendo el pino en una de las esquinas cuando apareció una niña de ojos azules, pelo castaño y la cara llena de pecas. Raquel de nuevo. No puedo decir que volvió a ser mi mejor amiga en ese momento, pero creo que fue quien hizo que me adaptara.
Entonces aparecieron en mi vida Mirella, y poco después Ainhoa y Gema. Creo que nunca he estado más unida a unas personas que con ellas tres. Con Mirella tuve muchos problemas, por llamarlos de algún modo. Ambas teníamos un carácter fuerte, pero queza era eso lo que nos mantenía juntas. Y la amabilidad de Gema me conquistó desde el primer momento.
Cuando cumplí los 12 años, tuve otra de mis peleas con Mirella, y me hizo elegir entre ellas y el resto del mundo. Me sentí atrapada, asíque decidí no atarme más. Gema y Ainhoa decidieron irse con ella, y seguirla incluso a un instituto situado a 1h de sus casas, simplemente por una amistad que al cabo de pocos años se rompería.
Ese año me acogieron Vanessa, Raquel y Miriam. Solo continué con Vanessa, ya que no todas pudimos ir al mismo instituto.
No puedo decir que fuera la mejor amiga que he tenido, ni mucho menos mi mejor influencia. Poco a poco nos fuimos juntando con las trillizas, Paula, Ángela  y Lucía, pero no tardé mucho en cansarme de su eterna inocencia y al empezar 2º me fui con Cris y con Mario. Fue un cambio grande, lo reconozco. La única persona que siempre estuvo conmigo desde que empezamos el instituto fue una gran amiga de mi mismo nombre, Andrea. Creo que somos tan opuestas y tan iguales al mismo tiempo que será difícil separarnos.
Con Mario ahí sigo. Es una persona cálida, estúpida y desvergonzada, un imbécil orgulloso que sigue aguantándome tras dos años y medio de convivencia (y yo aguantándole a él).
Cristina es una persona fuerte, valiente y muchas veces poco precavida, celosa y sentimental, dos virtudes o defectos que hicieron que nuestra amistad se volviera más fría.
En éste último año apareció Laura, una chica atrevida como ninguna otra, sincera y soñadora, además de inocente y bruta, todo ello en una sola persona.
Y todas estas flechas son las que han marcado mi vida. Así que, ahora, es vuestro turno de intentar adivinarme y conocerme. Un saludo a todos, y apreciar cada una de las gotas de sangre derramadas. Haced que vuestras heridas valgan la pena.

Gracias por todo el dolor y los placeres que me habéis causado. Gracias por prometerme "para siempres" y haberlos cumplido. Os prometo que las cicatrices que dejasteis en mi, serán eternas, y espero haber dejado al menos una huella en cada uno de vosotros.

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No, no tengo las cosas claras, y no quiero tenerlas. Quiero vivir el día a día, e improvisar. Quiero ganar y perder en esta vida, pero sobre todo, quiero disfrutar de cada día como si fuera el último,... el último día de los muchos que me quedan. Me llamo Andrea, y tengo 15 años. Según el momento, puedo ser madura o inmadura, porque no suelo pensar en el futuro. De pequeña bebía café descafeinado porque me sentía mayor, y ahora me encanta, al igual que me gusta saltar en los charcos o cantar en la ducha. Escribo este blog, porque me gusta escribir todo lo que no puedo gritarle al mundo. Espero que lo disfrutéis :)

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