domingo, 6 de enero de 2013

Un cuento para Andrea


El caballero de Fuego y la princesa Aguanieve:


La princesa Aguanieve era sumamente hermosa. Parecía que su pelo hubiese sido tejido con la más fina escarcha invernal, y sus ojos estaban hechos del hielo mas puro del más frío diciembre
El chico de fuego, sin embargo, era un simple explorador que solía vagar solo por los límites del reino. No era especialmente guapo, pero era un chico listo.
Un día, durante el baile de la corte al que el caballero no tenía intención de asistir, la princesa Aguanieve a la que nunca le gustaron las grandes multitudes, decidió escaparse para disfrutar de la lluvia.
Se encontraron bajo un cielo gris, bajo la lluvia de diciembre que tanto le gustaba a la princesa.
El caballero no podía entenderla. No comprendía como a alguien podía disfrutar mojándose. Se acercó a ella y la observó largo tiempo, fascinado quizá por su rareza, nunca lo sabremos.
Ambos se hicieron amigos y el joven se convirtió en el consejero de guerra de la princesa, y se volvió loco por ella. Se convirtió en un demente, un loco, un lunático, un adicto del amor.
El caballero guardó silencio unos meses, pero se hayaba en una difícil situación, ya que corría peligro de morir debido a que era un ser extraño y pasional, con un corazón delicado al que le gustaba correr demasiado rápido cuando veía a la princesa.
Entonces el chico de Fuego le abrió su corazón y le contó porqué ardía. Tardó casi dos años en relatarle una historia llena de aventuras vividas, de monstruos y de verdades escondidas. En una de ellas se perdió en el desierto de la soledad en una de las incursiones del reino, y al borde de la muerte, hizo un trato con el Sol en el que a cambio de escapar, siempre que amara el caballero debía envolverse en llamas; así fue como se convirtió en el Caballero de Fuego.
Al acabar éste relato, la princesa le pidió un beso, y él ardió con más fuerza aún.
Durante un tiempo fueron felices pero... llegó el verano.
La joven princesa necesitaba el frío para vivir, y sufrió durante varios meses una terrible enfermedad a la que muchos llamaron "Tristeza". La piel del caballero se comenzó a apagar, agravando aún más la enfermedad de Aguanieve, y se separaron por un tiempo, esperando que volviera el invierno y las tardes de lluvia.
El caballero, lleno de dolor, cubrió su quemada piel con una negra armadura forjada con sus más oscuros pensamientos y con toda la amargura que su corazón albergaba.
Cuando la princesa estaba a punto de morir, le mandó llamar. Le miró y volvió a hablarle...Pero él no quería arriesgarse a arder otra vez, así que decidió no quitarse la armadura. "No me la quitaré, no me la quitaré..." Se decía a sí mismo, pero finalmente acabó desnudo y ardiendo de nuevo frente a ella.
La princesa Aguanieve no podía acercarse mucho a él sin fundirse completamente, así que en su último hálito de vida dijo...
"Ni contigo, ni sin ti." Dejando si amor y su odio por él, sellados en sus fríos labios.

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No, no tengo las cosas claras, y no quiero tenerlas. Quiero vivir el día a día, e improvisar. Quiero ganar y perder en esta vida, pero sobre todo, quiero disfrutar de cada día como si fuera el último,... el último día de los muchos que me quedan. Me llamo Andrea, y tengo 15 años. Según el momento, puedo ser madura o inmadura, porque no suelo pensar en el futuro. De pequeña bebía café descafeinado porque me sentía mayor, y ahora me encanta, al igual que me gusta saltar en los charcos o cantar en la ducha. Escribo este blog, porque me gusta escribir todo lo que no puedo gritarle al mundo. Espero que lo disfrutéis :)

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