Mi lámpara es sencilla. Tiene una vida larga y relajada, sin mucho estrés, la verdad.
Me ilumina sobre todo en tardes oscuras, en noches azules y a veces, también preciso de su luz en días lluviosos, y ella sin dudarlo me ofrece la luz que necesito, para seguir con mi día a día.
La enciendo para no sentirme sola, me hace compañía y hace que me sienta más segura con su cálida luz, y sin duda, a veces es la mejor compañía que puedo tener...A veces, cuando se funde, debo estar ahí para cambiarle la bombilla, porque entiendo que a veces hay días en los que no se encuentre bien, y estropee algún que otro recambio.
Puede que haya veces que he tenido un mal día, y que haya noches en los que ni si quiera la encienda; pero tratándose de nosotros, cualquier enfado es tontería, ya que siempre acabamos reconciliándonos.
Creo que hay veces que debería demostrarle más a menudo que necesito que esté ahí, que no concibo una vida sin su luz.
He aprendido mucho a lo largo de toda mi vida, pero lo mejor que he aprendido es que siempre estará a mi lado, y que nunca me abandonará.
Así es mi lámpara...quizá no sea la lámpara más bonita, la más alta o la que mejor bombilla tenga, porque no es perfecta, ni nadie lo es; pero yo no quiero una lámpara perfecta, la quiero tal y como es, y sé que ella siente lo mismo.
Si estás leyendo esto, debes saber que siempre puedes ser mi lámpara, y que siempre puedes contar conmigo cuando te sientas solo, cuando necesites una luz que ilumine la oscuridad de tus días nublados, cuando necesites un amigo...
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